viernes, 9 de abril de 2010

Mendoza Cuenta solo con 12 Camas Para Tratamientos de Drogas

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Mendoza sólo tiene doce camas para tratar adicciones.


En menos de un mes murieron dos adolescentes por inhalar pegamento. Ahora los chicos también usan los correctores para aspirar. Los rostros del flagelo.









Sábado, 13 de marzo de 2010

El aroma a salsa boloñesa anunció que los tallarines ya casi estaban y los comensales empezaron a acomodarse rápidamente en sus sillas. Prolijamente ubicados en fila, los platos de cerámica blanca recibieron idénticas porciones de pasta, mientras que la mesa, muy ordenada, esperaba que los amigos se reunieran. Tango, el perro de la casa, no se quiso perder el festín y se sumó al almuerzo.

El rito se respeta a rajatabla día tras día, como si fueran una familia; ellos, todos varones, buscan una segunda oportunidad. Muchos ya la encontraron. Son los pacientes internados en Cable a Tierra, el único centro de internación para personas afectadas por las drogas que hay en Mendoza, y es una organización no gubernamental (ONG).

Tiene doce camas y son únicamente para hombres porque no cuentan con la infraestructura suficiente para mujeres. La institución, entre internación y tratamiento ambulatorio, recibe alrededor de cien casos mensuales y hay un marcado aumento de la demanda.

En Mendoza, y después de que dos adolescentes murieran en lo que va del mes por consumir inhalantes (uno la última semana), el tema adicciones volvió a mostrar la ausencia de decisión política para responder a la demanda local. En el país la situación es muy parecida; en todo el territorio nacional no existe ningún centro de internación para tratar adicciones en menores de 14 años.

Estadísticas, argumentaciones y falta de presupuesto no explican la muerte de un adolescente de 16 años, la última semana en el barrio lujanino de Las Margaritas (Mayor Drummond), después de inhalar pegamento. Tampoco el deceso de otro chico de 15 años que falleció el 3 de marzo, en el barrio 25 de Mayo (Rodeo de la Cruz), por el mismo motivo.

La provincia -según los datos que dio a conocer en la semana el Programa Provincial de Adicciones- recibe 700 consultas por mes en los únicos siete centros asistenciales que hay; ninguno de estos tiene internación. Alrededor de 14 por ciento de la demanda es por el consumo de inhalantes. Es la primera droga a la que acceden los jóvenes con un promedio de edad de 12 años y en nivel de consumo se ubica después del alcohol, la cocaína, la marihuana y los psicofármacos.

Este tipo de droga está presente en distintos productos comerciales y a la mano de los chicos de condición económica más vulnerable, ya que la característica principal de los inhalantes es que quitan el hambre y el frío.

"Hay barrios, por ejemplo La Favorita, que cuando llueve y se tapan las acequias uno ve flotar las bolsitas que tiran los chicos después de inhalar. Es más, en muchas ferreterías les venden a los adolescentes el pegamento suelto, por cucharadas y, directamente, se lo colocan en la bolsa", contó Nilda Astorga, psiquiatra y presidenta de Cable a Tierra.

Esto se da en los barrios mendocinos a pesar de la existencia de la Ley Nº 7.730, que "prohíbe en el territorio de la provincia de Mendoza la comercialización, distribución y entrega de pegamentos y adhesivos que contengan tolueno y/o sus derivados".

La norma fue sancionada el 4 de julio de 2009 y promulgada automáticamente (por el transcurso del tiempo) y publicada en el Boletín Oficial el 19 de noviembre del mismo año.

Uno nuevo, los correctores

Los inhalantes a los que acceden los chicos están en: colas, pegamentos, pinturas, barnices, lacas, quitamanchas, quitaesmaltes, naftas, anestésicos, disolventes de uñas y de pinturas, desodorantes, aerosoles, productos de limpieza en seco, tintura para zapatos y ahora también en los correctores que se usan en el colegio.

"Hemos visto en el último tiempo que los chicos inhalan el producto que traen los correctores, ya que también tienen una sustancia volátil", especificó Laura Alcaraz, psicóloga del primer Centro Preventivo Asistencial para Adicciones (CPAA) que se creó en Mendoza y que cubre el área de Maipú, Luján de Cuyo y Godoy Cruz. La profesional aclaró que, en general, son los varones los que más se acercan a todo tipo de inhalantes, "pero las niñas los están igualando rápidamente".

Para las personas que cotidianamente trabajan con adictos, el avance de los inhalantes es muy preocupante. Diana Calderón es psicóloga de Cable a Tierra y fue contundente: "Los que más consumen inhalantes son los pobres, porque por un peso lo consiguen y, hay que sincerarse, estos productos quitan el hambre y el frío. También producen la debilitación del sistema nervioso y una importante deshidratación, todo un cuadro que puede llevar a la muerte".

Esta situación se replica en todo el país ante el avance de la pobreza, la ausencia de políticas sociales, la falta de educación y el notable aumento del asistencialismo gubernamental. Claudio Izaguirre, exadicto y presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina, contó que en Capital y Rosario está de moda el "kit para bicicletas".

"Se trata de un grupo de productos que venden a los chicos por dos pesos, que en teoría es para arreglar las bicis, y en el que hay un pomo con tolueno que usan para drogarse", enfatizó.

Izaguirre trajo a la memoria una comparación interesante: la Argentina invierte 1.300 millones de pesos por año para luchar contra el narcotráfico; 84 millones de pesos por año para asistencia y prevención de adicciones y en el último período 600 millones de pesos para "fútbol para todos".

"Creo que esto marca una tendencia. En los últimos seis años no se ha abierto ningún centro de internación para adictos. Es más, no existe ninguno para menores de 14 años", recalcó Izaguirre.

Cómo salir

En este contexto es bastante complicado encontrar un centro de tratamiento para adicciones, más aún si la internación es imprescindible. A esta situación adversa se suman todos los miedos y prejuicios de las afecciones.

A Mauricio (29) le costó pedir ayuda, pero sólo cuando logró hacerlo empezó a mejorar. Desde el 18 de enero está internado en Cable a Tierra por policonsumo desde los 14 años. "Más de la mitad de mi vida he consumido drogas. Llegué aquí para terminar con esto. Al principio uno tiene miedo, pero te vas dando cuenta de que sin ayuda no se puede salir", narró el joven, mientras llegaban los fideos con salsa boloñesa a la mesa.

En compañía del resto del grupo, Mauricio se reencontró con su rutina. Volvió a levantarse temprano, a tener actividades en la casa y ser responsable de éstas y, sobre todo, volvió a leer. "Aquí nos ordenamos, tenemos talleres artísticos, cine informativo y abordamos temáticas como la tolerancia y el compañerismo. Me gustó mucho reencontrarme, por ejemplo, con la lectura", completó.

Los diez hombres que hoy están internados en esta ONG pasan todo el día junto y durante el primer mes de internación no reciben visitas. Junto con psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales y operadores abordan un tratamiento integral. "Hoy me tocó cocinar; hay fideos con salsa. Nos dividimos en dos grupos y arrancamos con las tareas a las 7", relató Aldo (46), que hoy es el paciente más grande que permanece internado en la institución.

El promedio de edad de las personas que llegan a la internación es de 25 años. "La internación se puede concretar a partir de los 14 años, antes no, y sólo para hombres; abordamos la problemática en mujeres, pero únicamente con tratamiento ambulatorio", explicó la presidenta de Cable a Tierra.

Los pacientes que permanecen en la institución llegan por consumir varios tipos de drogas, como inhalantes, cocaína, marihuana, etc. Pasan un selectivo ingreso. Se trabaja con la familia e incluso del Estado se derivan pacientes para que sean tratados, ya que éste no cuenta con ningún centro de internación. "Siempre vivimos al límite; somos una cooperativa y recibimos el pago de las obras sociales", dijo Astorga.

Pero el esfuerzo vale la pena, dicen los pacientes y los profesionales, porque mucha gente se va de alta. Como Javier (26) que la semana próxima vuelve a su trabajo después de cuatro meses intensivos de tratamiento. "Vuelvo a mi casa y el lunes al trabajo; soy cortador de carne. Lo más interesante para mí ha sido entender que queriéndome puedo querer a los demás, que hay que ser tolerante y aprender de la experiencia vivida", contó feliz y casi listo para "volver al ruedo". Ahora sí, los fideos ya están listos y hay un motivo más para festejar








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